¿Cómo quieres que te quieran?
¿Con respeto, con dulzura, con intensidad, con sinceridad, con amor incondicional?
Antes de continuar, te pregunto: ¿te quieres a ti misma cómo quieres que te quieran?
En este sentido, Jorge Bucay, terapeuta y autor de numerosos libros, dice: “El amor se construye de seres enteros, no entre dos mitades que se necesitan para sentirse completos”. Buen inicio para reflexionar, sobre todo si el caso es que nos encontramos un poco desorientadas en las relaciones de pareja, repitiendo algunos principios, algunos transcursos y algunos finales. Sin embargo, y si lo pensamos con cierta lógica, es normal que las relaciones se repitan si nos focalizamos primero en el otro y no en nosotras.
Por ejemplo, en la gran mayoría de los casos, somos nosotras mismas las que dejamos que el amor llegue a nuestra vida cuando tenga que llegar, como si de una conspiración universal se tratase. Sin embargo, no actuamos igual cuando queremos un nuevo empleo o un nuevo apartamento. Nada ocurre sin que hayamos hecho el trabajo propio para conseguirlos. Y sirva la analogía para destacar el trabajo interior -en primer lugar- que requiere construir una nueva relación más sana y más genuina.
Tenemos que prepararnos para que lo que esté por llegar sea lo mejor, pero para ello, tenemos que empezar poniendo el foco, revisando y resolviendo cuestiones propias.
Sólo así podremos dejar de repetir historias y personas en las que depositamos nuestro pequeño -gran mundo de expectativas, sólo porque parecen el nuevo plan perfecto y/o porque nos demuestran una dosis considerable de cariño -sin más-.
Ahora bien, ese trabajo interior tiene que ver, entre otras cosas, con poner luz sobre muchas de las creencias erróneas que tenemos sobre el amor y que suponen las causas de que tantas relaciones no prosperen como lo deseamos. En algunos casos, se trata de patrones -inconscientes- que repetimos de nuestro entorno familiar, que hemos incorporado en nuestra infancia y que luchamos por defenderlos o por romper con ellos en la vida adulta. Al efecto, numerosos autores e investigaciones de la neurociencia han revelado la importancia y el impacto de las experiencias en el cerebro del niño.
Lo único que resulta un tanto paradójico es que, aunque esas creencias estén “grabadas a fuego”, no podamos ser conscientes de ellas sin un trabajo previo por nuestra parte.
Ahora bien, definir a quién queremos a nuestro lado, también significa valorar aspectos bastante más profundos que la estética y las aficiones. Nadie dice que no sean importantes, sino que no pueden ser los únicos para sentenciar que alguien más es compatible con nosotros. Así, nos “censuramos” previamente a conocer personas que podrían sorprendernos para bien; ciertamente, ¿cuántas veces hemos conocido a alguien que no queríamos como pareja, pero que resultó ser un amigo estupendo? ¿Por qué cerrarnos a vivir este tipo de experiencias?
De esa forma, y por todo lo mencionado, para poner claridad en la búsqueda de una nueva pareja y para dejar de repetir historias, es fundamental mirarnos a nosotras mismas. Desde ese comienzo, no sólo será posible el entendimiento y el aprendizaje de relaciones pasadas, sino que además, nos permitirá mejorar la calidad de nuestras relaciones futuras. Al efecto, hay una cita que lo resume inmejorablemente:
“La mejor manera de ser feliz con alguien es aprender a ser feliz solo. Así, la compañía es una cuestión de elección y no de necesidad”.
Quiérete como quieres que te quieran. Estas palabras son, precisamente, la premisa fundamental que rige el abordaje de nuestra especialista en coaching para el amor, Andrea Linati, que casi con una lógica aplastante, nos plantea: ¿cuánto de lo que esperas del otro lo haces tú contigo mismo? Es decir, si nosotras no somos capaces de respetarnos, de comprendernos, de escucharnos y de mimarnos, ¿por qué habríamos de esperar que alguien más que lo haga?
De esta forma, a través de un proceso de coaching para el amor, es posible que cada una de nosotras encuentre sus propias respuestas. Las sesiones de coaching suelen ser reveladoras.Tanto, que mucho antes de finalizar el proceso, vamos comprendiendo mucho más el por qué y el para qué de muchos de los símiles capítulos de nuestra historia, para entonces poder definir con más claridad y realidad qué es lo queremos y/o esperamos (y qué no) de una pareja.
Y para cerrar, dejo aquí unas sabias palabras del Dalai Lama: “Es mucho más útil ser conscientes de un único defecto en nosotros mismos que serlo de mil en otra persona. Porque cuando la falta es propia, estamos en posición de corregirla”.