Pequeños cuentos recopilados para inspirarte….
Os recojo una serie de cuentos que voy recopilando para traerlos en mis sesiones o en momentos oportunos. Aquí tienes la primera tanda, la semana que viene más…Deseo que la curiosidad te invada y cómo un niño pequeño leas hasta al final.
Cuento 1: El barquero y el sabio.
Un hombre que era considerado muy sabio por todos debía cruzar un río. Cargaba con él varios atados de libros, así que contrató para el cruce a un barquero que solía ganarse la vida haciendo entre trayecto de orilla a orilla una y otra vez. Durante el cruce, viendo la mirada curiosa del barquero sobre su carga, le pregunto si sabía leer y escribir. El pobre hombre contestó negativamente. Con un gesto de desprecio, el pasajero le dijo: “¡Ay, pobre hombre, qué será de ti!”.
De repente se levantó un fuerte viento que comenzó a zarandear el bote, amenazando con volcarlo. El barquero le preguntó al sabio si sabía nadar, a lo que el sabio respondió que no, lleno de miedo. El botero lo miiró por encima del hombro y sin girarse le dijo: “Ay, pobre hombre, qué será de ti!”.
(Extraído de la revista Mente sana de Jorge Bucay)
Cuento 2: Las dos vasijas de agua
Cuenta la leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea usando dos grandes vasijas, sujetas en las extremidades de un pedazo de madera que colocaba atravesado sobre sus espaldas.
Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.
Durante dos años el hombre hizo el mismo trayecto. La vasija más joven estaba siempre muy orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aun sabiendo que aquellas rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.
Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre se preparaba para sacar agua del pozo, decidió hablar con él:
-Quiero pedirte disculpas ya que, debido a mi largo uso, sólo consigues entregar la mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.
El hombre sonrió y le dijo:
-Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino.
Así lo hizo. Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y plantas.
-¿Ves como la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? –comentó el hombre-. Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho. Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tú no fueras como eres, ¿cómo podría haberlo hecho?
“Todos nosotros, en algún momento, envejecemos y pasamos a tener otras cualidades. Es siempre posible aprovechar cada una de estas nuevas cualidades para obtener un buen resultado”.
(Autor: Paulo Coelho. Publicado en “El Semanal”, nº 729.)
Cuento 3: Te compro 1 hora.
El niño tenía once años, era estudioso y cariñoso con sus padres. Pero el niño le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque “tenía un buen trabajo”.
Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:
– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?.
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, 100 €. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.
Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía 80€ y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:
– Papá, dame 20€ que me hacen falta para una cosa muy importante…
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo 100€. Tómalas. ¡Te compro una hora para estar contigo!
(Del libro “Dios de perfil y ochenta minifábulas más” de Fermín de Mieza)
Cuento 4: Los dientes del Sultán
En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia mi Señor! – exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
– ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos os premia con cien monedas de oro.
– Recuerda bien amigo mío –respondió el segundo Sabio– que todo depende de la forma en que se dicen las cosas… La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado…
– No olvides mi querido amigo –continuó el sabio– que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o la optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad”.
(Extraído de news.psykia.com)Respetar las opinione
Cuento 5 : la tumba
Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando ve a un Japonés poniendo un plato de arroz en la tumba vecina. El hombre se dirige al japonés y le pregunta:
– ‘Disculpe señor, pero ¿cree usted que de verdad el difunto comerá el arroz?
– ‘Si’, respondió el japones… ‘Cuando el suyo venga a oler sus FLORES.’
Respetar las opciones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener.
Cuento 6: Leyenda china
Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: Tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.
Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.
(cuento 5 y 6 extraídos de www.tengaged.es)
Te deseo una feliz semana 😉